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El vacío

  • Foto del escritor: Marina
    Marina
  • hace 11 minutos
  • 4 Min. de lectura

En todos nuestros talleres de Reiki hablamos y mucho sobre el concepto del vacío, especialmente en Okuden, el nivel II, a la hora de hablar de símbolos y de estados de conciencia. Este concepto tan extraño para nosotros pero tan analizado en todas las corrientes filosóficas, esotéricas y hasta científicas han puesto la lupa sobre esta palabra tan "simple".


Durante siglos, el vacío fue temido. Parménides decía que la nada no puede ser. Aristóteles hablaba de horror vacui, un rechazo visceral al espacio sin contenido, ya que pensaba que la naturaleza "aborrece el vacío". La filosofía occidental privilegió siempre la forma, la sustancia, lo lleno. Como si sólo existiera lo visible.


Pero el vacío insiste. Se cuela en los silencios, en las pausas, en lo que no decimos. Nietzsche lo intuyó como abismo. Sartre lo convirtió en libertad. Porque ahí, en ese no-lugar, es donde surge la posibilidad de ser. El vacío no es la muerte de sentido, es el inicio del mismo.


El vacío es el lienzo antes del trazo. En la música, los silencios no son simples ausencias de sonido, sino elementos fundamentales de la composición. (Piazzolla sabía exactamente cuándo dejar que el bandoneón respirara y cuando no para aumentar la tensión).


Hoy la mecánica cuántica lo confirma: lo que llamamos vacío está lleno de vida, de partículas y ondas danzantes, de energía latente. Lo que parece “nada”, es pura potencialidad.


Oriente (ya que hablamos de Reiki...)


Fíjense que maravillosa frase de Lao Tsé, quien dice en el Tao Te Ching

Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es el vacío del centro lo que hace útil a la rueda. Modelamos arcilla para hacer una vasija, pero es el vacío del interior lo que la hace útil. Construimos paredes para hacer una habitación, pero es el vacío en su interior lo que la hace útil. Por lo tanto, lo que tiene existencia sirve para la posesión, y lo que no la tiene, para la utilidad.

Esta perspectiva desafía nuestra tendencia occidental a valorar la presencia y la actividad por encima de la ausencia y la quietud. El taoísmo nos invita a apreciar el vacío, la pausa, el silencio como fuentes de potencial y utilidad.


Desde la mirada Zen, el vacío no está vacío de cosas; "está vacío de separación". Esta paradoja señala que el vacío zen no implica la inexistencia de las cosas, sino la disolución de las fronteras rígidas que nuestra mente crea entre ellas.


Mirada occidental


Martin Heidegger, uno de los filósofos occidentales que más se acercó a las perspectivas orientales, desarrolló conceptos como "die Lichtung" (el claro del bosque) que tienen interesantes paralelismos con las ideas orientales sobre el vacío.


Para Heidegger, el claro del bosque representa un espacio de apertura donde el ser puede manifestarse. No es un vacío estéril, sino un vacío fértil que permite la aparición y el desocultamiento del ser. Esta noción resuena y mucho con la idea taoísta del vacío como generador de posibilidades.


Y no quiero dejar pasar esta frase, para mi maravillosa, de Jorge L. Borges

Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.

En esta frase, Borges parece intuir el poder liberador del vacío que la introspección puede cultivar: en un espacio mental donde las viejas heridas y obsesiones pueden disolverse (y donde? sino en el vacío).


Ejercicios para conectar con el vacío


Práctica del "desapego selectivo"

Durante una semana, elegí cada día un objeto al que estés apegado. Puede ser un objeto físico, un hábito, una idea o incluso una relación. Preguntate:

  • ¿Qué pasaría si dejara ir esto?

  • ¿Qué espacio se abriría en mi vida?

  • ¿Qué miedo me genera ese espacio vacío potencial?


No es necesario que realmente te deshagas del objeto o la relación (aunque podrías hacerlo si lo considerás apropiado). El objetivo es tomar conciencia de nuestros apegos y nuestra resistencia al vacío que genera la pérdida.


Contemplación del cielo

Este ejercicio es simple pero profundo. Elegí un momento del día (preferiblemente al amanecer o atardecer) para contemplar el cielo durante 10 minutos. Simplemente observá el vasto espacio celeste. Notá cómo las nubes, pájaros o aviones pasan a través de él sin alterarlo.


Reflexioná sobre cómo el cielo puede ser una metáfora perfecta del vacío en las tradiciones espirituales: siempre presente, conteniendo todo pero sin ser afectado por nada.

Mientras contemplás, podés repetir mentalmente este verso del poeta sufí Rumi: "Más allá de las ideas de malvado y virtuoso hay un "campo". Te encontraré allí". Es una invitación a trascender el propio lenguaje.


El vacío no se cierra, pero esta nota sí ;)


Las tradiciones occidentales han evolucionado desde un rechazo del vacío hacia un reconocimiento creciente de su importancia, mientras que las filosofías orientales han valorado desde hace milenios el vacío como un principio fundamental de la realidad. En nuestra cotidianidad, aprender a cultivar y apreciar el vacío —ya sea como espacio físico, pausa mental o apertura espiritual— puede ser muy liberador.


Te invito a experimentar con los ejercicios propuestos y a descubrir por vos mismo/a cómo el vacío, lejos de ser algo temible, puede convertirse en una fuente de creatividad, libertad y plenitud. Porque, paradójicamente, a veces necesitamos vaciar nuestra copa para que pueda llenarse de nuevo.


Como decimos acá, en Argentina, a veces hay que animarse a hacer un "borrón y cuenta nueva", crear un espacio vacío donde lo nuevo pueda florecer. El vacío no es el final del camino, sino el punto de partida para nuevas posibilidades.


Y vos, ¿qué espacios vacíos estás dispuesto a crear en tu vida?


Me encantaría leerte!


Marina







 
 
 

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